UN HOMENAJE A TODAS AQUELLAS PERSONAS
QUE VIVEN CON VOCACIÓN DE SERVICIO
Sentir vocación hacia algo es manifestar plena y elevada aptitud directa en el sentido hacia el cual es orientada tal vocación. La vocación de servicio es propia de personas que viven con intensidad la entrega desmedida a los demás de un modo desinteresado. Por fortuna hay por doquier muchas personas dispuestas a darse en servicio a los demás, a contribuir de una y otra manera con los desvalidos; sea este un homenaje a todas aquellas personas y entidades que viven con vocación de servicio experimentando la satisfacción por el bien hecho en favor de los demás. Un Dios les pague por todo cuanto hacen cada día para bien de los más necesitados y que ojalá segundo a segundo se conviertan esas acciones en factor multiplicador en el conocimiento y sensibilización de los corazones en procura de contagiar y convertir el servicio a los demás en un verdadero hábito de vida, como muestra de hermandad y sana convivencia. Se que hay escépticos en cuanto se trata de servir dando la mano a los demás y personas a quienes nada les interesa lo que otros sufran, los reveses del destino que de repente otros deben asumir, las malas pasadas que de súbito afrontan sin cómo remediar por sí solos, son personas que no reconocen la actitud benévola y desinteresada como contribución en la construcción de un mundo cada día mejor, pues su sentir egoísta no les deja ver más que a favor de sí mismos. Pero se igualmente por fortuna cómo muchísimas más personas se mueven en el día a día a favor del más necesitado. En parte me acojo a las campañas que promueven no dar dinero a todo aquél que pide en las calles, y encuentro valioso el que se pretenda de un modo organizado orientarles mejor hacia potenciar en ellos un accionar productivo que les dignifique, pero ¿hasta dónde estamos igualmente difundiendo con nuestro propio accionar cotidiano gestos de amor y acercamiento hacia el desfavorecido aunque no tengamos con él ningún vínculo familiar? Qué grato es experimentar repentinamente la complacencia por un momento dedicado a escuchar, aconsejar, ayudar y orientar a quien su familia ya lo ha “echado” a la calle. Orienta hacia el restablecimiento social. Vívelo una y muchas veces más; ayuda al menesteroso que Dios te ha de pagar. Servir es ser feliz.
QUE VIVEN CON VOCACIÓN DE SERVICIO
Sentir vocación hacia algo es manifestar plena y elevada aptitud directa en el sentido hacia el cual es orientada tal vocación. La vocación de servicio es propia de personas que viven con intensidad la entrega desmedida a los demás de un modo desinteresado. Por fortuna hay por doquier muchas personas dispuestas a darse en servicio a los demás, a contribuir de una y otra manera con los desvalidos; sea este un homenaje a todas aquellas personas y entidades que viven con vocación de servicio experimentando la satisfacción por el bien hecho en favor de los demás. Un Dios les pague por todo cuanto hacen cada día para bien de los más necesitados y que ojalá segundo a segundo se conviertan esas acciones en factor multiplicador en el conocimiento y sensibilización de los corazones en procura de contagiar y convertir el servicio a los demás en un verdadero hábito de vida, como muestra de hermandad y sana convivencia. Se que hay escépticos en cuanto se trata de servir dando la mano a los demás y personas a quienes nada les interesa lo que otros sufran, los reveses del destino que de repente otros deben asumir, las malas pasadas que de súbito afrontan sin cómo remediar por sí solos, son personas que no reconocen la actitud benévola y desinteresada como contribución en la construcción de un mundo cada día mejor, pues su sentir egoísta no les deja ver más que a favor de sí mismos. Pero se igualmente por fortuna cómo muchísimas más personas se mueven en el día a día a favor del más necesitado. En parte me acojo a las campañas que promueven no dar dinero a todo aquél que pide en las calles, y encuentro valioso el que se pretenda de un modo organizado orientarles mejor hacia potenciar en ellos un accionar productivo que les dignifique, pero ¿hasta dónde estamos igualmente difundiendo con nuestro propio accionar cotidiano gestos de amor y acercamiento hacia el desfavorecido aunque no tengamos con él ningún vínculo familiar? Qué grato es experimentar repentinamente la complacencia por un momento dedicado a escuchar, aconsejar, ayudar y orientar a quien su familia ya lo ha “echado” a la calle. Orienta hacia el restablecimiento social. Vívelo una y muchas veces más; ayuda al menesteroso que Dios te ha de pagar. Servir es ser feliz.
OGA